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Un impulso a las Cooperativas Agrarias

Viernes, 19 de octubre de 2012

Por José María Fresneda Fresneda,Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación de este año, y aprovechando la celebración del Año Internacional de las Cooperativas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha elegido como tema  “Las cooperativas agrícolas alimentan al mundo”, subrayando la importancia de estas entidades para luchar contra la pobreza y el hambre en un mundo en el que todavía existen 870 millones de personas que a diario no tienen alimentos.

Al igual que dice la FAO, las cooperativas contribuyen a aumentar la producción de alimentos, comercializar sus bienes y generar empleo, a la vez que mejorar los medios de vida y aumentar la seguridad alimentaria en el mundo.

Es importante que en los países menos afortunados, los agricultores comiencen a aunar esfuerzos para conseguir alimentos en calidad y cantidad suficientes para sustentar a la población. Y también es una suerte contar con ejemplos de nacionalidades que han creado alianzas y han alcanzado el éxito del modelo cooperativo, como igual de importante es que exista formación sobre la gestión y el funcionamiento de estas entidades, tal y como hace Estados Unidos con su plan de estudios Babson-Equal Exchange.

En Castilla-La Mancha todavía tenemos que aprender para conseguir un modelo cooperativo en el que la cooperativa actúe como verdadera empresa y consiga el mayor beneficio posible para sus socios, así como para ganar una mayor presencia en los mercados, difundir los valores de nuestros productos y responder a las demandas de los consumidores.

El primer paso es entender que, como dice la FAO una cooperativa es una asociación de mujeres y hombres que aúnan sus esfuerzos para constituir una empresa de la que tienen la propiedad común [...].  Y esto, en el ámbito que nos ocupa, se traduce como “los agricultores son los únicos dueños de las cooperativas”.

A continuación hay que analizar los errores que han conducido al modelo cooperativo regional a un sistema obsoleto y corregirlos lo antes posible. El punto más débil pasa por una gestión lenta y desprofesionalizada. La misma FAO explica que el éxito de una cooperativa depende en gran parte de la forma que es gobernada y gestionada. Dada la naturaleza específica de estas empresas sociales, los responsables de su gestión necesitan una capacitación empresarial adaptada especialmente para tomar en cuenta los valores y principios básicos peculiares de las cooperativas. Las universidades y escuelas de negocios pueden desempeñar un papel importante a tal efecto.

Por tanto, es necesario poner al frente, profesionales en comercio exterior, que sepan vender nuestros productos más allá de las fronteras. Personas que entiendan de planes de empresa, estudios de mercado, redes sociales, marketing online, comercio electrónico...

El siguiente paso es conseguir una legislación favorable que se ajuste a la realidad, no sólo en el ámbito autonómico, sino también en el nacional. ASAJA de Castilla-La Mancha confía en que pronto se desarrollen reglamentos que favorezcan la redimensión de las cooperativas y el aumento de la competitividad internacional. El mismo Ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, anunciaba como primera de las famosas “66 medidas” del Congreso favorecer el asociacionismo y la concentración de la oferta impulsando la integración de las explotaciones en cooperativas de primero y de segundo grado u otras organizaciones con dimensión y capacidad, tanto en la fase de producción, como en las de comercialización e industrialización.

También la Consejera de Agricultura de la región señalaba que el Gobierno autonómico está trabajando en una modificación legal y administrativa, junto con el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente para que sea posible una integración comercial de las cooperativas agroalimentarias de la región.

Por último, otra de las cuestiones que se deben tener en cuenta para mejorar las cooperativas de la región es la importancia de las nuevas tecnologías y de la investigación y desarrollo (I+D).  Recientemente, expertos de la Universidad de Castilla-La Mancha manifestaban que este tipo de empresas no posen departamentos propios de I+D, por lo que suelen acudir a centros de investigación externos para desarrollar proyectos de innovación.

Y es que el modelo cooperativo de Castilla-La Mancha no sólo tiene que modificarse para hacer frente a la asignatura pendiente de la región: la comercialización, sino que también hay que estar preparados con estructuras fuertes siguiendo los objetivos que marcarán la reforma de la Política Agrícola Común, que persigue dar un mayor protagonismo a los mercados.

Hay que mimar el cooperativismo agrario, al igual que ya hacen otros países. No podemos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que, mientras la facturación media de las cooperativas españolas ronda los 4 millones de euros al año, la media en Francia alcanza los 19 millones de euros.

Dejando las cifras aparte, las cooperativas son algo más que una simple cuenta de resultados por su componente humano y social. A diferencia del resto de empresas que trasladan a otras zonas sus industrias cuando la situación económica así lo aconseja, las cooperativas permanecen ligadas a su ámbito territorial y social por muy penosas y difíciles que san las circunstancias. ¿Acaso ésta no es razón suficiente para priorizarlas? 

Mientras este cambio llega, invito a todos los rectores del mundo cooperativo a que vean en las organizaciones agrarias, representantes de los verdaderos dueños de las cooperativas, unos aliados, en beneficio siempre de los agricultores.


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