Por ASAJA Cuenca.
Hola, me llamo Juan, Javier, Julio, Sergio, Angel, Carlos, Manolo, Luis, Mercedes, Isaac, Pedro, María, Alberto…y sí, me declaro culpable de tener una granja de cerdos. Sí, una granja donde crío cerdos para que luego su carne llegue a los supermercados y tú puedas ir a comprarla.
Hace unos días y con motivo del día de San Martín, la plataforma Pueblos Vivos de Cuenca, hizo una manifestación en contra de la instalación de granjas porcinas en la provincia de Cuenca. Lo que este colectivo llama ganadería industrial y se refiere a ella de forma peyorativa como “macrogranja”
Antes de meterme en materia quiero aclarar que el término “macrogranja” para referirse a una explotación intensiva de cerdos, no existe, ya que España es el único país del mundo que tiene limitado el tamaño de las explotaciones porcinas. En España, por lo tanto, no cabe la posibilidad de instalación de macrogranjas.
Además, también desde el año 2000, somos el único país del mundo que puso unas distancias mínimas entre granjas porcinas y núcleo urbano, como también entre explotación y explotación.
Volviendo a la manifestación de Pueblos Vivos, en el transcurso de la misma se entonaron varios lemas que, a mí personalmente, me causaron un gran impacto. No es que se dijeran mentiras sobre estas instalaciones, es que se decían “verdades a medias” de forma intencionada lo que es, si cabe, mucho más grave.
Pudimos oír mensajes alarmistas como que la salud de los habitantes que viven en zonas donde hay granjas corre peligro, hablaban de hacinamiento de animales como si estuviesen superpuestos unos encima de otros, se referían a un consumo de agua ingente como si estas granjas fuesen las causantes de las sequías y restricciones de consumo en algunos municipios, que si Cuenca se va a convertir en el estercolero de España, que si las exportaciones a China… y así una larga lista de barbaridades.
Los activistas de Pueblos Vivos de Cuenca hablan de “peligro de muerte” por vivir en municipios cercanos a las granjas porcinas (hay que recordar que en estos momentos la distancia mínima se ha establecido a 2 kilómetros).
La realidad es que no hay ningún dato ni estudio que demuestre que hay problemas de salud relacionados con la cercanía a las granjas de cerdos.
Es más, me atrevo a decir que el riesgo es prácticamente nulo. Y si no, ¿cómo nuestros padres y abuelos que vivían en estos pueblos (que entonces sí estaban vivos) han vivido con salud y normalidad cuando tenían en el interior de los corrales de sus casas todo tipo de animales: ovejas, vacas, cerdos, gallinas, etc.
Además, hay municipios que, debido a la normativa antigua, tienen granjas porcinas dentro del núcleo urbano y la esperanza de vida de sus habitantes no se ha visto mermada por esta razón.
Otro de los términos que me gustaría aclarar es el del tipo de ganadería que se cría en estas granjas. Se refieren a ella como ganadería industrial y lo hacen de forma peyorativa, para diferenciarla de la ganadería extensiva. El término correcto sería ganadería intensiva.
Existen dos tipos de ganadería: la productiva, que es en la que se crían animales para darles el mejor bienestar, obtener un mejor producto y que esto repercuta en los ingresos de los ganaderos. Y otro tipo de ganadería es la extensiva, que en el momento actual está incluida en el sistema de ayudas de la PAC.
En cuanto a la creación de empleo, es totalmente falso que la ganadería intensiva no cree empleo. Genera empleos tanto directos como indirectos Los directos son los propios de las labores de atención y cuidado TODOS LOS DIAS, de los animales de la granja. En cuanto a los indirectos van desde la realización de los proyectos, pasando por los sondeos de captación de aguas, la construcción de las instalaciones, los materiales propios (comederos, bebederos, etc.), los transportistas tanto de los animales como de los piensos, los propios agricultores al realizar sus cosechas para transformarlos en piensos, las propias industrias cárnicas y también las carnicerías tradicionales, que hay que remarcar, que principalmente venden carne de gran calidad criada también en este tipo de granjas.
La ganadería extensiva, lamentablemente está en peligro, es difícil encontrar pastores que cuiden los ganados y apenas genera empleos.
Yo estoy a favor de los dos modelos, me parecen totalmente complementarios y necesarios, pero las cifras están ahí y demuestran la realidad de los dos modelos de ganadería.
Por lo que respecta al agua se dice que estas instalaciones tienen un consumo de agua ingente. Para valorar este consumo no basta con ver la cifra y quedarte con ese dato. Para entenderlo y no caer en la manipulación y la demagogia, hay que compararlo con otras actividades del medio rural que consumen agua. Por ejemplo, una granja intensiva de cebo de porcino de 6.000 plazas que puede generar 3 puestos de trabajos directos, más los consiguientes indirectos, puede consumir anualmente aproximadamente lo mismo que 3 hectáreas de maíz (con 0 puestos de trabajo). No vemos a nadie llevándose las manos a la cabeza y convocando manifestaciones para protestar por las plantaciones de maíz.
Hay que aclarar además que la inmensa mayoría de las granjas consumen agua de sondeos propios, que cuentan con el visto bueno de las administraciones competentes en materia de aguas, lo que demuestra la sostenibilidad de estas explotaciones.
Llegamos a uno de los puntos más conflictivos como es el manejo de los purines como fertilizante orgánico. Las asociaciones vecinales y activistas, proclaman a los cuatro vientos que, sí o sí, si se utiliza el purín como abono para los campos de cultivo se contaminarán los acuíferos y se apestarán los pueblos.
Hay que recordar que hay una normativa europea, estatal y autonómica que regula la aplicación del purín. Esta normativa garantiza que, cumpliendo las dosis, las distancias y la maquinaria de aplicación, el purín, no tiene por qué generar ningún perjuicio al medioambiente, ni molestias a la población. Al contrario, el purín sustituye al abono químico tradicional. Y estaremos de acuerdo en que un abono orgánico es mejor que un abono químico, ¿o es que el segundo no contamina?
El purín es un abono orgánico cuya diferencia principal al de otros animales de ganadería es su estado material es líquido. En composición un estiércol de cualquier animal de granja tiene incluso más cantidad de nutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) que el purín de cerdo, y no vemos a nadie clamar por cómo se gestionan los estiércoles de otras especies ganaderas. Tan buen fertilizante puede ser el purín aplicado con el cumplimento de la normativa y la maquinaría adecuada, como cualquier otro estiércol de cualquier especie ganadera.
La provincia de Cuenca tiene dos de los mataderos más grandes de España en su territorio desde hace alguna década, no creo que a nadie le deba extrañar que la materia que va a abastecer a estos mataderos se intente aproximar lo más cerca de donde se va a transformar, incluso por el bienestar animal en el transporte.
Otros datos que se difunden de manera demagógica y malintencionada: se dice que se produce 4 veces más cerdos de los que se consumen en España, pero se hace como algo negativo, criticando incluso que se exporte carne de cerdo. Sin embargo, cuando decimos que se produce mucho más aceite de oliva, y queso, y coches y zapatos y frutas y hortalizas y los proyectos de construcción de trenes de alta velocidad, etc. de lo que consumimos en España, se hace de forma positiva. ¿Por qué esta diferencia de trato? ¿Por qué esta doble vara de medir?
Incluso también seguramente tenemos cuatro veces más políticos de los necesarios para gestionar España.
Exportar en todos los sectores beneficia a la sociedad en su conjunto y habla muy bien de los productos españoles y de los profesionales de todos los sectores productivos, ya sean de aceite, vino, queso, coches o carne de cerdo.
Sí, como he dicho antes, soy culpable de promover una granja de cerdos. Vivo en un pueblo, porque quiero vivir en él, me surgen unas grandes preocupaciones sobre la opinión de los que no quieren que se instalen las granjas. No me sorprende que a algunos “agostitos” -que vienen a los pueblos a descansar, con aires de superioridad, a mesa puesta, que quieren hacer de nuestros pueblos su cortijo- les moleste un día el olor de algo que pueda tener relación con la ganadería porcina y cualquier tipo de ganadería, ya que algunos piensan que los alimentos salen de las estanterías de los supermercados.
Mi verdadera preocupación surge cuando gente que vive el día a día de nuestros pueblos, que saben lo difícil que es emprender algo, opten por ser la muleta de estos grupos de activistas subvencionados, llamados informalmente “talibanes” por gente que tiene responsabilidad en la administración donde se tramitan los expedientes de instalación de estas granjas.
Me preocupa y me gustaría saber el porqué de su opinión contraria. En los pueblos todos, y digo todos, somos necesarios.
Se acabaron las medias tintas, los ganaderos de porcino tienen, como mínimo, los mismos derechos que todos los que se manifiestan en contra, tienen los mismos derechos empresarialmente que todas las empresas que se instalen en los pueblos (que por desgracia son pocas), siempre cumpliendo cada una sus leyes sectoriales, tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano y vecino de Cuenca y sus pueblos, y no van a permitir, que algunos alcaldes y secretarios interventores hagan de su mandato una dictadura de lo que ellos llaman moralmente correcto. Se acabó la tregua. El sector porcino de Cuenca apoyado en la normativa más restrictiva tanto a nivel nacional, regional como internacional en estas explotaciones, va a utilizar todos los instrumentos legales para que los responsables de la denigración del sector, la mala prensa y las ilegalidades administrativas a todo nivel respondan ante la justicia. Cada uno que sea responsable de sus actos. Todos los sectores económicos estamos obligados a convivir en armonía porque así debe ser, y ha sido siempre en los pueblos.
A los ganaderos de granjas porcinas siempre, y digo siempre, nos van a encontrar en el dialogo dentro de las normativas y en el trabajo colaborativo por el bien de nuestros pueblos, porque nosotros y nuestros hijos también vivimos en ellos.
Mientras tanto, Si, soy culpable de ser el promotor de una granja porcina.