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POR QUÉ ME MANIFIESTO

Miércoles, 18 de noviembre de 2009

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Si alguien me preguntara por los motivos para manifestarme el día veintiuno, inmediatamente contestaría que porque trabajo mucho y gano poco, incluso a veces pierdo.

Eso es, porque en los últimos años, produciendo más y mejor que nunca, he tenido que comerme el patrimonio familiar obtenido durante generaciones.
        
Pero esto sería decir muy poco, pues se refiere sólo a lo económico. La vida en el campo es mucho más que eso. Pues esto es, más que un trabajo una forma de vida. Es vivir permanentemente marginados, con unos servicios muy deficientes: el colegio, el médico, las comunicaciones: el repetidor de telefonía móvil no funciona muchos días, el internet por módem, una castaña, un invento magnifico es para nosotros un trasto más que no sirve para nada. Y, en fin, vivir con tantas carencias. Actividades que en las ciudades son de uso cotidiano como ir al cine, tomar el autobús o simplemente salir a tomar algo y relacionarse, aquí son toda una aventura cara y mala, pues para todo hay que cubrir largas distancias usando el vehículo particular.
        
La sociedad debería conocer la realidad de la gente del campo y de la agricultura y la ganadería. Debería saber que los productos agrarios salen de nuestras manos a buen precio y con unas garantías sanitarias inmejorables, y que se han producido con unos criterios medioambientales sin parangón en ninguna otra parte del mundo. Deberían saber que detrás de este sector primario hay una potente industria agroalimentaria con muchos puestos de trabajo que sin nosotros no se justificaría. Debería saber que, nada más salir de nuestras manos, en la cadena de comercialización, en poco tiempo, sin razón que lo justifique, multiplican varias veces su valor, por lo cual, el consumidor final paga caro lo que salió de las manos del campesinado a muy buen precio.
        
Por otro lado está también la función social y medioambiental de esta actividad. La ocupación de un territorio que de otra forma sería un desierto. En muchos pueblos, si no viviera el pastor y su familia, habría que poner seguridad privada para evitar los robos.
        
Al gobierno no le pido ningún imposible: Que se ocupe del campo lo mismo que de otros sectores; que considere la actividad agraria sector estratégico; que controle los márgenes comerciales y que los productos que vengan de fuera se hayan criado con los mismos criterios sanitarios y medioambientales que los nuestros.
        
Cada día se hace más difícil vivir de la actividad agraria. Constantemente veo compañeros que, decepcionados, abandonan la actividad después de toda una vida de trabajo, y me pregunto cuánto podré aguantar yo, si no seré el próximo. Presiento que esta sociedad dormida, cuando se percate de lo que está pasando con la agricultura y la ganadería será demasiado tarde, pues esto no se improvisa, ni se puede enseñar en las escuelas.

 

Vicente Caja Real, miembro del Comité Ejecutivo y responsable de ganadería de ASAJA de Cuenca.  Se dedica al ganado de ovino en extensivo y tiene su explotación en Buenache de la Sierra, municipio ubicado en plena Serranía Conquense.

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