No sé si realista o iluso. No se piensen que es la panacea un trabajo arduo cuyo inestable calendario y horario está basado en las condiciones climatológicas. Un negocio intervenido, donde las decisiones que se adoptan vienen dirigidas desde Europa, y también desde allí deciden el nivel de ayudas o, lo que es lo mismo, el porcentaje de empuje necesario para que la rentabilidad de las explotaciones incline la balanza en positivo.
Pero el campo, los agricultores, son una apuesta de futuro seguro. Pero para ello, hay que envidar desde la propia Administración sin olvidar tres conceptos con los que hay que trabajar en conjunto: energía, agua y alimentos. Hay que afrontar el desafío de equilibrar de forma inteligente las necesidades de estos tres sectores, aprovechando las sinergias y buscando oportunidades.
De la energía, vamos a incidir en su importancia dado que se necesita para la producción de alimentos y para el acceso a las fuentes de agua. Pero centrémonos en los dos restantes.
Alimentos. Pierdo el tiempo si explico algo tan evidente como que es imprescindible contar con alimentos pero, a las cifras me remito, cuando el director general de la FAO, José Gaziano da Silva pedía el pasado 21 de mayo a los países que dieran “prioridad a la alimentación en sus agendas nacionales e internacionales” y explicaba que más de 840 millones de personas están todavía subalimentadas.
Y por último, pero lo más importante, el agua. Resulta que en esta región tenemos ese elemento tan importante para la producción de alimentos. Pero, más egoístamente hablando, tenemos el elemento que daría la rentabilidad y la competitividad que nuestras explotaciones necesitan. Sin embargo, en este caso, tener no es sinónimo de aprovechar en Castilla-La Mancha.
Tenemos los anales llenos de generosidad compartiendo uno de los recursos más preciados para el sector agrario. Pero ha llegado el momento de aparcar la solidaridad, por lo menos, hasta que esta región consiga alcanzar mayores cotas de renta per cápita.
Si echamos un órdago con una política agraria regional que priorice el agua para producir alimentos, entonces el futuro económico (aportación al PIB) y social (fijación de población en las zonas rurales) está más que garantizado. Futuro alentador. Si por el contrario, continuamos con los mismos derroteros, el negro será el color del porvenir de esta región.
José María Fresneda, Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha