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No es vino todo lo que reluce. Por JM Fresneda

Viernes, 18 de julio de 2014

Para la Lógica y la Filosofía, las premisas son aquellas proposiciones que anteceden a la conclusión. Esto quiere decir que dicha conclusión deriva de las premisas. Ahora bien, esta conclusión puede ser falsa, aunque las premisas sean verdaderas. Veamos un ejemplo:

Premisa 1: El sector del vino está en crisis

Premisa 2: La crisis, fundamentalmente, viene marcada por el exceso de producción

Premisa 3: Los viticultores son los que producen

Conclusión: Por tanto, los viticultores son los responsables de las crisis del sector (siga leyendo)

Así pues, dada la conclusión, ahora hay quienes la utilizarán como verdadera para eximirse de culpas. Pero la cruda realidad es que, cierto es que necesitamos organizar nuestras producciones, pero existen además otros muchos responsables de que el sector del vino castellano-manchego esté todos los días en la agenda setting (lo que a grandes rasgos significa que el tema está muy presente en los medios de comunicación de masas, aportando gran influencia sobre el público, por determinar que es un contenido de interés informativo)

Empecemos pues asumiendo la responsabilidad de los productores castellano-manchegos. Hasta ahora, buscaban más kilos de uva para obtener más beneficios económicos. Porque como es normal, los viticultores producen en función de cómo piensen que van a cobrar. Sólo si reciben mejor precio por producir calidad o por adecuar el producto a los mercados, le compensará producir menos. Pongamos un ejemplo que, sin duda, ningún viticultor rechazaría: Si producen una cantidad de 4 a un valor de 2, reciben 8. Si producen 3, a un valor de 3, consiguen 9.

Así pues, los viticultores deben asumir su responsabilidad e intentar organizar sus producciones, crear una interprofesional nacional y otros mecanismos para intentar normalizar las campañas vitícolas para una regulación del sector. Contamos además con modelos para aprender de otras comarcas españolas, como las normas de campaña que marcan las vendimias en las distintas denominaciones de origen.

Ahora bien, cada palo que aguante su vela. El Director General del Observatorio Español del Mercado del Vino, Rafael del Rey, afirmaba que “desde que la pérdida de ayudas europeas a la destilación generó cambios radicales en el uso de alcoholes vínicos, su exportación y la industria del brandy, España ha perdido un colchón que resultaba fundamental para que las variaciones en la producción no afectaran de forma tan directa a los mercados. Antes se producía mucho y se destilaba mucho. Ahora, se produce mucho y hay que venderlo lo mejor que se pueda y sepa”.

Y la cuestión es... ¿quiénes son los que negocian esos cambios (para bien o para mal del sector)? ¿de quién es la responsabilidad de la comercialización para poder vender mejor?

En relación a ese alcohol que se destilaba llegando a alcanzar en el pasado cifras de 9 o 10 millones de hectolitros, (ahora la demanda estable está en torno a los 3 millones), deberíamos saber bien de dónde procede, si de vino, o de subproductos de la uva y también se debería esclarecer un poco más este mercado, pues sería conveniente contar con una estabilidad en el baile de cifras.

Este año, a modo urgente y dolorosamente para el sector vitivinícola, se ha tomado una medida consensuada entre representantes del MAGRAMA y del propio sector que consiste en la retirada del mercado de hasta un máximo de 4 millones de hectolitros, que se destinarán a destilación para fines energéticos o industriales, mediante el sacrificio de los productores.

La industria alcoholera, por tanto, juega un papel importante, y aunque los destiladores consideren que siempre han estado ahí para dar la cara, algunas veces se gana más que se pierde.

Mención especial se merecen los subproductos de la uva a los que nos hemos referido con anterioridad, ya que también forman parte de este mercado. Numerosos estudios avalan que estos residuos orgánicos, podrían utilizarse como enmiendas en suelos o como componentes para la elaboración de sustratos para viñas. Incluso, recientemente el Centro Agrario El Chaparillo ha terminado un proyecto de investigación en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Castilla-La Mancha, que ha concluido con un aumento del rendimiento del cultivo de melón gracias a la adición de compost de orujo de uva junto con un riego adecuado. La lástima es que actualmente están poco aprovechados estos subproductos para estos fines y se dediquen a otros propósitos que no ayudan a vender todos los hectolitros de vino.

Si seguimos hablando de responsabilidades, tal vez haya que girar también la vista hacia la Administración, pues es muy cómodo descargar en el sector productor cuando las cosas no van bien. Algo tendrán que ver quienes negocian y estipulan las normativas, inclusive el anteproyecto de ley que regulará el consumo de alcohol por menores, pues cada vez que dudan de este alimento, provocan una caída del consumo.

Además, la Administración es la responsable de velar por el buen funcionamiento de cualquier entidad u organismo que reciba ayudas públicas relacionados con la viticultura. Así que, si las normas no cubren las necesidades de los ciudadanos, que se cambien, pero no nos limitemos a hacernos fotos para que se incluya en la agenda setting.

Y para terminar, hablemos de la comercialización. Son las bodegas y las cooperativas las que se encargan de esta función, así que quizá deberían asumir también su parte del problema. La profesionalidad de los recursos humanos es fundamental, pero además, la legalidad de trámites que afectan desde la recepción de la uva hasta la salida del último kilo de orujo destinado a alcohol, debe ser el pan suyo de cada día. No se puede comprar vino sin papeles, ni vender papeles sin vino.

Y por supuesto, este caminar del sector dependerá también de cómo paguen las bodegas y liquiden las cooperativas. Lo que está claro, es que no puede entrar un kilo de uva en ninguna tolva sin que los agricultores sepan el precio. Como en el resto de productos.

Dicho todo esto, sólo me queda apuntillar que debemos lograr el equilibrio entre lo que producimos y lo que vendemos. Y quizá, algunas otras claves serían la de invertir las tendencias de las cifras de consumo o ajustar los productos a las necesidades del mercado.

En fin, descorcharemos una botella de vino, disfrutemos su sabor, y tomemos las medidas necesarias para reconducir la vitivinicultura... si es cierto que pensamos en su futuro. Desde esta casa (ASAJA CLM) sí pensamos en el porvenir de los viticultores, y nadie nos parará por trabajar por ello.

 

 José María Fresneda Fresneda, Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

 


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