Tan importante es el Bosón de Higgs para conocer la creación del Universo, como los agricultores en la cadena alimentaria. Aunque la hipérbole pueda parecer inapropiada, los productores son la pieza clave en la cadena de valor, porque sin ellos, ni hay cadena, ni hay alimentos, ni mucho menos, hay valor.
Sin embargo, no sé si el vacío legal, la falta de ética profesional, pero sobretodo, la condición de perecederos en los productos del campo hacen que se produzca, además de una falta de rigor en los mercados internacionales a la hora de garantizar la seguridad alimentaria, el bienestar animal, la protección del medio ambiente..., una falta de condiciones profesionales en determinados países donde el dumping social es una práctica habitual.
Pero el problema está aquí, en el tremendo factor de riesgo existente en la propia cadena de valor, que deja de ser de valor porque no existen las condiciones legales para que esa cadena la forme, única y exclusivamente, el agricultor o ganadero, la transformación, la distribución y los consumidores.
A pesar del nivel de hipocresía existente entre todos los movimientos especulativos que se entremezclan entre los auténticos protagonistas de la cadena alimentaria, no estemos empujando entre todos a los gobiernos para deslegitimar dichos movimientos especulativos a favor del nivel de renta de los agricultores y consumidores y que se pudieran esclarecer las actuaciones de la transformación y a la distribución (sin generalizar, porque no todos son iguales. Hay quienes, lo hacen bien, yendo de cara a los productores y a los consumidores y no apoyándose en los especuladores).
Entonces, ¿cómo hacer para que la partícula de Dios del campo vuelva a cobrar la importancia que se merece? Dicho de otra forma, ¿cómo conseguir que el agricultor, el origen de la alimentación, tenga la posición dominante que se merece?
La respuesta es simple: “La unión hace la fuerza”. Los productores pueden asociarse para concentrar la oferta, incrementar la dimensión de las explotaciones, formar cooperativas fuertes y no dispersas y un sinfín de fórmulas más que darían como resultado el éxito en las negociaciones de los productores frente a la gran distribución.
Si realmente pretendemos terminar con el abuso, si no queremos que el precio de los productos venga puesto por los de arriba, en vez de por las operaciones de mercado reales – en base a la oferta y la demanda-, si queremos poner punto final a la manipulación, los agricultores deben ser conscientes de que ellos son la pieza más importante del puzle.
Ha llegado el momento de que los agricultores se conviertan en los nuevos ejecutivos con look de faena: empresarios y emprendedores que gestionen sus explotaciones como auténticos líderes, hasta el punto de que sus nombres se barajeen en listas de premiados. ¿Por qué no?
Por su parte, la Administración también tiene que poner de su parte. ASAJA de Castilla-La Mancha ha trasladado en numerosas ocasiones cuáles son los problemas y, muchas de las soluciones, sólo pueden venir si el Gobierno toma cartas en el asunto. Lo fundamental es la vertebración de la cadena alimentaria a través de normativas que cubran ese vacío legal, así como otras medidas que favorezcan el asociacionismo, la concentración de la oferta y el redimensionamiento de las explotaciones.
El nuevo Ministro ya ha anunció las famosas 66 medidas que contemplan muchos de estos aspectos. Ahora sólo hace falta que las ponga en marcha. Confiemos en que la ejecución de las mismas será una realidad. Y así, todos juntos, de la mano Organizaciones Agrarias, productores y Administración lograremos que el agricultor sea la partícula de la alimentación, o dicho de otra forma, el origen fundamental de la cadena alimentaria.
José Mª Fresneda Fresneda, Secretario General de ASAJA CLM