Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias durante el mes de mayo han dado al traste con unas expectativas de cosecha que se consideraban muy buenas. Esto resulta especialmente preocupante para un país como el nuestro, deficitario en grano, si tenemos en cuenta el contexto internacional actual de falta de materias primas.
Según los cálculos de ASAJA, la cosecha de cereales se verá reducida en un 21% respecto a la cosecha de 2021. Por cultivos, se espera una producción de 5,3 millones de toneladas en trigo blando; 600.000 toneladas en trigo duro; 7,6 millones de toneladas en cebada; 1 millón de toneladas de avena; 300.000 toneladas de centeno y 600.000 toneladas de triticale.
A excepción de la zona sur, los recortes de producción más significativos afectan al resto de zonas productoras y en líneas generalas se puede hablar de una campaña de producción medio-baja, según zonas.
El principal problema que han tenido los productores durante esta campaña han sido los altos costes de producción como consecuencia del encarecimiento de los precios de la energía, las semillas, los abonos y los productos fitosanitarios. Todo ello, ha elevado considerablemente los costes de producción hasta cotas nunca vistas. Incluso, la posibilidad, que con carácter excepcional se ha abierto este año para realizar siembras en tierras de barbecho, no ha tenido la respuesta esperada ya que los costes de los inputs han echado para atrás a muchos productores.
A los daños provocados por el calor y la falta de lluvias hay que añadir, cuantiosos daños registrados como consecuencia de la fauna silvestre, conejos fundamentalmente aunque también corzos, jabalíes y palomas que han diezmado la cosecha y que están provocando el abandono del cultivo cerealista en algunas zonas.
Otro problema detectado, un año más, por esta sectorial es el aumento de las plagas y enfermedades de los cultivos de invierno que no se pueden atajar con el uso de productos fitosanitarios, por la paulatina retirada de estas materias activas, y la prohibición de la quema controlada de rastrojos. Por ello, ASAJA reitera la imperiosa necesidad de que se autoricen esta última, por parte de la Administración como única medida efectiva de control de plagas.
Desde la sectorial de ASAJA, se advierte tanto a las autoridades nacionales como europeas que España necesita anualmente más de 36 millones de toneladas de cereales para atender nuestras necesidades de consumo (humano y animal) y que por tanto es necesaria una apuesta decidida, y con dotación económica suficiente, para rebajar nuestra dependencia exterior de grano y evitar posibles desabastecimientos, máxime si tenemos en cuenta la situación internacional de los mercados en estos momentos.