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La Comisión Europea se escuda en argumentos populistas para imponer restricciones y limitaciones a la producción agraria en Europa

Viernes, 22 de mayo de 2020

Bajo los titulares de una “Nueva y completa Estrategia sobre la biodiversidad para devolver la naturaleza a nuestras vidas” y “En pro de un sistema alimentario equitativo, sano y respetuoso con el medio ambiente”, la Comisión Europea ha presentado esta semana en Bruselas sus estrategias de Biodiversidad UE-2030 y “De la granja a la mesa”. Los responsables comunitarios justificaron la necesidad de anunciar ambas estratégicas, sin esperar siquiera a sacar conclusiones y hacer balance de daños de la crisis del COVID en los sectores y en la economía europea y mundial.

Bajo estos titulares, a los que nadie en su sano juicio podría negarse, el vicepresidente de la Comisión Europea encargado del desarrollo del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, acompañado de la comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, y el comisario de Medio Ambiente y Oceanos, Virginijus Sinkevicius, presentó las grandes líneas de las propuestas de la Comisión que afectan de manera directa a la actividad cotidiana de más de diez millones de agricultores y ganaderos en la UE.

Paradójicamente, el Comisario de Agricultura de la UE, Janusz Wojciechowski, que teóricamente es quien defiende los intereses de agricultores y ganaderos en el colegio de comisario, no estuvo presente en la rueda de prensa de estas dos estrategias comunitarias, de gran impacto para el sector agrario europeo. Y a la vista de las propuestas que se apuntan en ambas estrategias, el Comisario Wojciechowski tampoco estuvo en los momentos de discusión y redacción de ambas estrategias, previos a la aparición de la pandemia del Coronavirus.

Sin presentar un estudio de impacto previo sobre las consecuencias de las propuestas anunciadas, los Comisarios utilizan mensajes populistas y buenistas, con marcada influencia ecologista para imponer restricciones y limitaciones en el modelo productivo agrario de la UE, posiblemente el más exigente y respetuosos con el medioambiente, el bienestar animal, gestión territorial y trazabilidad del mundo.

Las estrategias contempladas en el marco del Pacto Verde Europeo plantean que:

  • el 10% de las tierras agrarias se destinen a elementos no productivos,
  • que el uso de abonos se reduzca en un 20%,
  • que el uso de fitosanitarios se recorte en un 50%,
  • que al menos un 25% del total de la superficie agraria de la Unión Europea sea ecológica para el año 2030,
  • así como que se abra la posibilidad de incrementar hasta un 30% las zonas incluidas en Red Natura 2000, con las limitaciones que de ello se derivan para la actividad agrícola y ganadera.
  • Reducir el consumo de carne, revisar los programas de promoción de carne y productos cárnicos, o replanteándose los apoyos a los sectores ganaderos productores de carne en el marco de la PAC.

Restricciones y limitaciones que la Comisión pretende legitimar como un “nuevo y mejor equilibrio entre la naturaleza, los sistemas alimentarios y la biodiversidad, a fin de preservar la salud y el bienestar de nuestra población y, al mismo tiempo, aumentar la competitividad y la resiliencia de la UE”, o “avanzar y hacer que el sistema alimentario de la UE sea un motor de la sostenibilidad…. que redundará en beneficio de la salud de nuestros ciudadanos, de las sociedades y del medio ambiente”, o “nuevos instrumentos que nos permitirán avanzar hacia una verdadera sostenibilidad, que redundará en beneficio de todos”.

La Comisión utiliza algo tan loable como la preocupación por el medioambiente `para intentar imponer unos medios de producción en detrimento de otros, igualmente sostenibles y con menores necesidades de uso de terreno, que pueden realizar una aportación muy significativa a los objetivos de la lucha contra el cambio climático y por los Objetivos de Desarrollo Sostenibles , tales como la producción integrada, la agricultura de conservación, la agricultura de precisión, las nuevas técnicas de producción o la innovación en todos los ámbitos, incluidos los genéticos y genómicos. Al igual que la solución a la actual pandemia vendrá de la mano de la ciencia, también debemos ver la innovación y tecnología como parte de la solución y no como problema.

El desmedido ataque que están sufriendo los sectores ganaderos, si bien ha sido ligeramente matizado en esta propuesta respecto a borradores anteriores, no encuentra justificación ni en la ciencia ni en la realidad económica y social. Se trata de un sector especialmente sensible a las alarmas que se pueden provocar por la difusión de noticias alarmantes y sacadas de contexto, cuando no falsas.

La ganadería ciertamente emite gases de efecto invernadero, al igual que múltiples actividades, pero ni de lejos es la responsable del calentamiento global. De hecho y según datos oficiales, tanto nacionales como europeos, el conjunto de los sectores ganaderos emite menos algo menos del 7% de las emisiones GEI. Si descontamos el efecto positivo que tiene la ganadería en la ocupación de los pastos, praderas y dehesas, auténticos sumideros de CO2 y la labor del pastoreo y la ganadería extensiva en la conservación del territorio y la prevención de incendios, el balance se vuelve bastante más positivo.

Con este tipo de mensajes, la Comisión “ningunea” el esfuerzo y dedicación de los agricultores y ganaderos durante todos estos años, y muy especialmente durante los momentos más críticos de la crisis provocada por la pandemia del Corona Virus, que junto con las actividades más esenciales, han estado en primera línea para aportar seguridad y tranquilidad a los más de 500 millones de ciudadanos europeos, garantizando un abastecimiento diario de alimentos diversos, seguros, de calidad y a precios razonables para los consumidores.

La Comisión y los representantes políticos de la Unión, tanto de las administraciones nacionales, como del Parlamento Europeo, deben tener muy presente que esta garantía alimentaria solo puede garantizarse a través de una actividad agraria que no se puede deslocalizar ni puede depender de las capacidades productivas de países terceros, que por ende, no están sometidos a los exigentes requisitos de producción que tienen que cumplirlos productores europeos o pueden usar sustancias activas prohibidas en la UE.

De igual manera, no se puede dejar recaer el peso de los costes de una mayor protección ambiental y climática únicamente en los hombros de los agricultores y menos aún acusarles de ser responsables de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero ni de la crisis climática que hay que combatir, cuando se trata de un sector que, gracias a la innovación y fuertes inversiones, ha contribuido en los últimos años a reducir las emisiones GEI y el uso de recursos naturales, a la vez que ha aumentado su productividad.

En definitiva, si la estrategia de la Comisión quiere tener éxito, debe ser aceptada por sus principales actores, que son los agricultores y ganaderos. Así se lo haremos saber, con o sin comisario.


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