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EL AGUA, FUENTE DE VIDA Y DE FUTURO

Jueves, 12 de abril de 2007

El agua es un recurso natural de vital importancia. Un uso eficiente y racional incide directamente en el bienestar de la población y condiciona el progreso social y económico de las regiones. En el Día Mundial del Agua-el 22 de marzo- era importante hacer una reflexión sobre este bien de dominio público cuyo empleo y gestión son factores esenciales para el desarrollo y, muy particularmente, de la actividad agraria como sector productivo primario.

Desde 1998 nuestro país viene sufriendo un déficit pluviométrico importante que ha llegado a consolidarse en forma de sequía. La escasez de agua obliga a quienes tienen la potestad de gobernar a adoptar medidas de gestión eficaces de cara a un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos.

El agua es un bien de todos pero también es un recurso natural escaso y, por tanto, no es cuestión de que se agite como un arma arrojadiza entre regiones y se utilice como moneda de cambio de la Administración central con las autonomías. El problema del agua requiere una solución de Estado que permita una planificación hidrológica nacional en toda su extensión y corrija el déficit hídrico que históricamente ha padecido Castilla-La Mancha.

Uno de los principales factores de estrangulamiento de la agricultura castellano-manchego es la limitación de agua que, a su vez, influye en la poca diversificación de cultivos, así como la baja e irregular productividad. Este hecho desencadena influencias negativas en la producción ganadera y en otros sectores económicos.

La falta de garantías de disponibilidad de agua en la agricultura no sólo provoca una caída de la producción sino del empleo regional. Por tanto, no es lógico que en Castilla-La Mancha agua sea sinómino de restricciones y en otras Comunidades, por el contrario, agua vaya unida a derroche.

El agua es fuente de vida, aquí y allí. Sin embargo, en Castilla-La Mancha parece haberse instaurado el discurso negativo con mensajes exclusivos de ahorro y adopción de medidas coercitivas, mientras que en otras regiones se habla de mayores demandas de agua para satisfacer sus necesidades de desarrollo.

Cuando los políticos de Madrid deciden sobre el agua para Castilla-La Mancha se olvidan de las necesarias infraestructuras, se oponen a aportaciones externas y se centran exclusivamente en restricciones, sanciones, limitaciones...

Siendo Castilla-La Mancha la región más solidaria en materia de agua, se le niega toda posibilidad de crecimiento. Mientras se acepta como normal que otras regiones necesitan el agua para su crecimiento, se les construyen trasvases y depuradoras, y se predica el agua para todos, en Castilla-La Mancha, se mantiene un discurso del agua totalmente distinto. Es más se se nos quiere hacer creer que no sabemos utilizar el agua, que el regadío en nuestra zona no es eficiente y que tenemos que apañarnos con nuestros propios recursos. Mientras se acepta el crecimiento agrario, industrial o urbanístico para otras regiones a Castilla-La Mancha se la quiere condenar como reserva medioambiental y a los agricultores se nos destina sólo un papel: figuritas del belén, y si a alguno se le ocurre hacer de caganet se le aplica la ecocondicionalidad y se le recortan las ayudas a la renta.

No, rotundo. Lo importante es encontrar el equilibrio. Y para ello urge la realización de más obras de abastecimiento e infraestructuras hidráulicas que permitan un mejor y mayor aprovechamiento del agua en Castilla-La Mancha.

Mucha cuenta de ello tiene que tomar la clase política. Ya basta de debates estériles sobre este tema. Es importante que los ciudadanos castellano-manchegos tengan reconocido el uso preferente de los recursos hídricos de esta región. Ahora bien, aquí hacen falta acciones en aras de mejorar nuestra realidad que, por desgracia, está muy lejos de la media española: la superficie de regadío en Castilla-La Mancha supone el 11,6 por ciento del total de superficie agrícola mientras que la media española está en casi un 19 por ciento.

Se podrían entender, por tanto, aquellas medidas conducentes a ordenar los recursos hídricos, como pueden ser el Plan Especial del Alto Guadiana, los planes de extracciones de agua de los acuíferos, la regulación de los pozos, etc., siempre que el objetivo final sea engrandecer esta región mediante el uso agua; por supuesto un uso eficiente y racional que esté amparado en la legalidad.

Los gestores del agua deben mover ficha porque la sociedad castellano-manchega ya ha dicho lo que tenía que decir: el agua aquí también es fuente de vida y las personas que vivimos en esta región nunca aceptaremos un futuro sin agua.


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